domingo, 8 de mayo de 2011

La Agonia


La Agonia 
Por carlos Vicente Torrealba
Twitter: @cartorrealba

Estando en Caracas he visto a una ciudad que se empobrece, se degenera, y lo mas angustiaste es que su gente parece inmóvil, tan sólo son unos leves murmullos  en ese inmenso grito de socorro que nace de las paredes de la  propia ciudad.

Sé que a todo fenómeno le va aparejado un anti-fenómeno, de tal modo que la actualización del uno es también la potencialización del otro; una ciudad se extinguen en la misma magnitud como se extinguen sus ciudadanos,  y se arruina como el alma de quien la habita. El grave problema de Caracas como casi todas las ciudades de esta patria no son los rojos, los blancos o los amarillos,  menos esa ensalada tropical de las focas perpetuas que aplauden al que le dé de comer y le permita confundir el erario con el peculio, menos eso lo que equivocadamente  llaman el inconsciente colectivo, ya que el inconsciente no es un actor,  menos un monstruo que se traga a sus hijos,  el inconsciente  es un factor explicativo  entre otros de las relaciones de una persona o de un grupo.

En las ciudades, la imprevisibilidad afecta el comportamiento de sus ciudadanos, en sociedades como la nuestra mucho mas.  A pesar que lo que pasará  mañana me interesa, aunque lo bueno es que no soy  capaz de preverlo en su totalidad, tan sólo tengo una herramienta que es  trabajar hoy por ese mañana.

Muchas  veces no entendemos nuestras reacciones frente a un suceso determinado, buscamos una explicación, aunque casi siempre encontramos  argumentos parciales, fermentados y peor aun  engañosos.  Lo que me atrae del humano es que navegamos entre nuestro consciente e  inconsciente, eso me agrada mucho y me tranquiliza,  ya que soy  como esos arrieros de ganado  que lucha con esas cosas impredecibles tanto de los propios avatares de la  naturaleza como de esas particularidades del atajo.  Aunque  estoy consciente que soy ese arriero  que asume sus decisiones a causa de lo indecidible  que limita muy poco mi responsabilidad, menos como Ciudadano.

Mi inconsciente en realidad, no me asusta como desde luego no me asustan ya todos esos otros que me agreden, me contradicen, me tienden celadas,  me ayudan, me aman, me hacen, me molestan y de quienes hoy y nunca podre prescindir porque soy  un humano que vive en una ciudad,  aunque esta agoniza como gran parte de mi patria.